Las pequeñas cosas.

Hoy fue uno de esos días en el que estaba detestable. Todo me molestaba, todo me hacía sentir mal. Sentía ganas de llorar por la más mínima cosa que me pasara. Tenía ese nudo en la garganta horrible, que te da una sensación de dolor y tristeza. Hoy estuve triste.

Normalmente los días en los que estoy triste no suelo hacer nada al respecto, es más a veces suelo deprimirme aún más, escuchando música que me hace sentir peor de lo que estoy, recuerdo cosas, momentos que ya pasaron y no volverán a pasar, pero hoy fue la excepción.  No quería estar mal, no quería estar débil y sentirme vulnerable a las primeras palabras hirientes que escuchara. Quería tratar de sentirme mejor y en cierto punto lo conseguí. 
Miré varios capítulos de uno de mis programas favoritos, esos de los que te hacen reír en cualquier momento y en cierto punto reflejan algunas actitudes nuestras. Después escuché música que me hizo sentir mejor, música movida, positiva, que te dan ganas de bailar, alegres. Luego me conecté un rato y empecé a hablar con unas amigas, nos empezamos a contar cosas y a reírnos como suele pasar las mayorías de las veces.
Indudablemente me sentí mucho mejor que antes, más relajada, más cómoda, más conforme conmigo misma. Y me puse a pensar en todas las cosas que tenemos día a día y que quizá no valoramos y suelen pasar desapercibidas. 
¿Cómo un simple programa puede sacarme una sonrisa y hacerme olvidar de todo? En el momento en que estaba mirando la televisión no me acordé de nada de lo que me pasaba, de nada que me haga estar triste, me concentré solo en el programa y de todo lo demás me olvidé. Me reí y disfruté.  ¿Qué decir de la música que siempre en cada momento, en cada situación está? La música es indispensable en nuestras vidas, siempre estamos rodeados de música y forma parte de nuestras vidas, en los buenos y en los malos momentos siempre está. ¿Y los amigos? Fundamentales. Necesarios siempre. Es inevitable que tus amigos no consigan sacarte una sonrisa, siempre lo hacen y si estamos mal van a estar con nosotros para ayudarnos y tratar de sacarnos una sonrisa y animarnos.

Suena a una frase armada y reiterada en un montón de oportunidades, pero a la vez muy cierta: Las pequeñas cosas de la vida, las pequeñas cosas del día a día son las que realmente valen la pena y hay que disfrutarlas al máximo. Si tenemos un problema, lo mejor es olvidarlo. No es fácil, pero hay que intentarlo. Y que mejor manera de olvidar las cosas que manteniendo la cabeza ocupa en otros asuntos, en otros temas. Vale la pena sentarse mirar la tele, reírse un rato, hablar con amigos, salir a caminar, salir a pasear a algún lado, escuchar música que a uno lo haga sentir mejor y hacer las osas que uno quiera y se sienta cómodo con ellas. Los problemas y las cosas que nos hacen estar tristes ya van a pasar en algún momento, si tiene solución se va a solucionar y si no solo hay que dejarlo pasar. 
Fijarnos un poco más en esas pequeñas cosas que nos hacen felices y disfrutarlas al máximo porque esos momentos de felicidad son los que más vamos a recordar.